Planteamos una visión diferente de la persona con necesidades especiales: como actor activo de su propia rehabilitación, trabajando con la persona que padece una enfermedad y no con la enfermedad que padece la persona, con sus potencialidades y no con su discapacidad, favoreciendo que nuevas capacidades sean descubiertas y exploradas, para lo cual es necesario aceptar que un simple animal, en este caso un caballo, nos puede ayudar en un proceso terapéutico, porque modifica el rol de la persona, siendo ella la que cuida al caballo, dejando de ser “pacientes” cuidados por su familia y comenzado a ser “jinetes” de su propia vida.
viernes, 10 de noviembre de 2006
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